La cirugía de aumento de mama se está renovando. La última técnica está dando mucho que hablar: se hace en dos fases y se invierte el proceso tradicional
La cirugía de aumento mamario sigue siendo la más solicitada por las mujeres en España. Hasta un 28,2% recurre a ella, según el último informe ‘La realidad de la cirugía estética en España’, de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE). Además, con la llegada del buen tiempo la demanda de este tipo de intervenciones crece. “En especial las de pecho, que lo hace alrededor de un 30%”, según el cirujano plástico y reparador Daniel García Paricio.
Precisamente, García Paricio acaba de presentar una innovadora forma de aumentar el pecho, que promete resultados más naturales. Se llama lipomamoplastia y es una cirugía que se realiza en dos tiempos o intervenciones. En una primera fase, se realiza un injerto de tejido adiposo en la mama bajo sedación y sin ingreso. Esta grasa es extraída mediante liposucción de lugares de donde sobra; “a ser posible de la cara interna de las rodillas o los flancos, ya que es rica en células madre, está preparada para durar mucho y no se pierde con los cambios de peso”, asegura el citado cirujano. Transcurridos tres meses se implantan las prótesis de gel de silicona cohesivo en una segunda intervención que requiere ingreso y anestesia general.
Algunos dirían que es empezar la casa por el tejado porque, hasta ahora, la grasa se utilizaba justo al revés. Es decir, para retocar simplemente los ‘huecos’ que los implantes de silicona no eran capaces de rellenar o para reconstruir mamas de pequeño tamaño. ¿Por qué invertir el proceso?
“Hace 15 años que se está utilizando la grasa para rellenar mamas por ser un implante natural, autólogo y muy rico en células madre, pero se injerta encima o dentro del músculo para dar volumen. Al final se termina reabsorbiendo entre un 30% y un 40%. Con esta nueva técnica se pone a nivel subcutáneo para mejorar el ‘forro’ donde luego va a ir el implante. Conseguimos una piel más elástica, unas prótesis más protegidas, unos resultados más naturales y mayores garantías de integración a corto y largo plazo”, asegura García Paricio.
1. Ventajas
El injerto de grasa permanece más tiempo y no se reabsorbe tanto porque se pone a nivel subcutáneo. No se trata de ganar volumen, sino de mejorar el tejido; “es decir, mejoras la estructura de la casa y luego le pones los muebles nuevos que has comprado”, explica el cirujano. Además, permite optar por prótesis redondas en lugar de en forma de gota, “que terminan dando problemas porque se giran”, según el experto.
También permite poner las prótesis a nivel subfascial en lugar de submuscular. “Las colocas en la fascia, una lámina que recubre el músculo, en lugar de sacrificar el músculo pectoral que tendrías que cortar para colocar el implante a nivel submuscular y que está condenado a atrofiarse”, explica el doctor.
Esto también supone postoperatorios menos dolorosos. Pero aún hay más: consigue que no se noten los implantes en mujeres muy delgadas, deportistas o que tienen mala calidad de piel porque les ha dado mucho el sol y la tienen muy envejecida. Y acorta la recuperación del postoperatorio a siete días, frente a los 10 o 12 del aumento convencional con prótesis.
2. Limitaciones
La principal limitación es que necesitas que te sobre grasa para poder hacértela, si bien es cierto que hace falta muy poca, tan solo unos 50 centímetros cúbicos por mama. Resulta unos 1.000 euros más cara que un aumento de mamas convencional y precisa pasar dos veces por quirófano.
Fuente: http://www.vanitatis.elconfidencial.com/