Cuando decimos que alguien es muy expresivo, lo primero que pensamos es en su forma de “hablar con la mirada”; en esa mímica en la que interviene no sólo ese lenguaje misterioso de los ojos, sino también la forma de comunicarnos con los movimientos de las cejas y los párpados. De ahí que se hable de miradas tristes y alegres porque esta zona tiene tanta fuerza que modifica la expresión general.
La mirada, es decir la zona del tercio superior del rostro, envejece, al igual que lo hace toda la cara, inevitablemente, a pesar de los cuidados internos y externos. El tiempo pasa para todos.
Muchas veces se acude a la consulta de un cirujano sin saber muy bien qué queremos corregir de nuestro rostro. Está claro que apreciamos arrugas, quizá flacidez y pérdida de volumen, pero no sabemos exactamente cuál es la solución y de qué zona concreta depende que podamos mejorar la expresión general.
El rostro es un todo, una armonía global y el mínimo cambio modificará el conjunto. Así pues, una expresión cansada nos da ese aspecto envejecido, fatigado, que percibimos, pero no sabemos muy bien a qué se debe. Nosotros los especialistas podemos ayudar y enseguida detectamos este problema.
En el contorno de los ojos las imperfecciones se marcan más y dan lugar a diferentes problemas, que requieren distintas soluciones. Depende de cada caso, es posible que haya que trabajar varios aspectos a la vez para mejorar la zona en su conjunto.
En primer lugar, tenemos esas marcadas bolsas que aparecen bajo el párpado inferior y que a veces llegan a hacernos parecer enfermos. Antes de tratarlas es fundamental diferenciar cuál es su origen, es decir, si esta inflamación es provisional o si las bolsas nos acompañan de forma permanente.
Las primeras son producto de la retención de líquidos, que puede estar asociada a excesos como la falta de sueño y/o la ingesta de alcohol, o ser crónica y necesitar de un cuidado constante . En este caso, el líquido se deposita en las cuencas de los ojos, puesto que la piel de esta zona es muy laxa. Una dieta baja en sal y hacer ejercicio moderado deberán unirse a la aplicación de frío en las partes inflamadas. Si lo que se nos ha depositado en esta parte inferior de los ojos es grasa, que no líquido, será preciso recurrir a la cirugía.
Cuando somos jóvenes, la piel es dura y elástica y sujeta la grasa que rodea al globo ocular. Con el paso de los años, la flacidez hace mella y la grasa comienza a dejarse notar hasta producir un bulto en las cuencas de los ojos y en los párpados. Mediante la blefaroplastia se puede extraer sin complicación estas grasas. La intervención se realiza con anestesia local y dura unos 35 minutos. El postoperatorio es sencillo y nos “pondremos al día” en una semana y media.
Por otro lado, están denominadas “patas de gallo”, que son las arrugas de expresión que nacen en la comisura de los ojos y crecen hasta la sien. Están asociadas a los movimientos musculares de esta parte de nuestro rostro y aunque no están ligadas al envejecimiento, pueden incrementar su visibilidad por los malos cuidados de la dermis.
Al margen de mascarillas e hidratantes, en este caso recomiendo tratamientos de medicina estética, en especial la mesoterapia, una combinación de ácido hialurónico con minerales esenciales. La mesoterapia consiste en pequeñas infiltraciones en la zona para restablecer la elasticidad y el volumen deseados.
También se emplea el botox, aunque ya más en desuso, así como los tratamientos de radiofrecuencia, que trabajan la zona periorbicular y frontal, ayudando a levantar la ceja.
Por último, hay que destacar los buenos resultados de los láseres fraccionados para lograr una adecuada retracción de la piel y evitar así la flacidez.
Fuente: nosotras.com